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jueves, 10 de mayo de 2012

Harto


Ese maravilloso viaje que le habían prometido por sus buenas notas, ya no podría ser. Lo había tenido tan cerca después de tantas promesas. Pablo se mordía la mano para no llorar.
Su papá estaba sentado en una silla con la cabeza entre las manos. Su mamá le abrazaba mojándole con sus lágrimas. Esa mañana habían enterrado a su hermano pequeño en una cajita blanca.
¡Cómo odiaba al enano ese! Al nacer le robó a sus padres y al morirse, le quitó su viaje.


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