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jueves, 15 de diciembre de 2011

Para volverse loco

El destino está fijado y es rígido como una línea férrea. El tren es colocado en el inicio cuando nace y no abandona las vías hasta que llega a su término y muere.
El trazado está determinado de antemano. No hay posibilidad de elección. Cuando el conductor cree que elige, sólo consigue otra vía en un cambio de agujas, pero la nueva línea también tiene su trazado y le lleva a una estación igualmente fijada.
El tren no puede salir de los raíles. El conductor tiene dos opciones: descarrilar o seguir. Y si sigue, otras dos posibilidades: se conforma y continúa hasta llegar al final, o no lo hace, se rebela, y entonces se le funde el panel de control.

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